Los discursos de la Ciencia en la esfera pública en el S. XXI
Eventos de carácter
científico como el COVID, a escala global, o la erupción del volcán de La Palma,
dentro del espectro nacional, han provocado el auge de la difusión de una ciencia
inexacta. Estos eventos de gran complejidad han suscitado el interés de los
investigadores e investigadoras que en su afán de dar una pronta respuesta a
todas las incógnitas de los eventos han desarrollado (con mala o buena fe)
estudios en tiempo récord.
Personalmente
creo que detrás de este tipo de difusión científica o incluso dentro de la
propia practica científica actual, se esconden dinámicas que empiezan a
perpetuarse en nuestra sociedad. El mundo actual es complejo y falto de tiempo,
queremos dar respuesta a todo y lo queremos ya. Sin embargo, la complejidad de
lo existente y, sobre todo, de lo desconocido tenga quizás ritmos que debamos
respetar.
En mi opinión,
este proceso agrava su posible repercusión social debido al carácter dogmático
de la ciencia. Es decir, la percepción social de la ciencia (aunque esto este
evolucionando) sigue heredando principios históricos fuertemente impuestos como
el de “si lo dice la ciencia es verdad”. Además, el Open Access y la globalización
digital hacen que estos documentos puedan llegar a cualquier parte del mundo en
cuestión de segundos después de su publicación. En este contexto, la mezcla de
estos distintos factores genera un caldo de cultivo para la viralización de
ciencia inexacta.
Dentro de esta vorágine,
los pre-prints juegan un papel fundamental. Sin embargo, no creo que el
problema este en los pre-printes de per-se, sino en estas dinámicas que comienzan
a perpetuarse en una sociedad que no tiene tiempo y no quiere incertidumbre.
Los pre-prints son un paso más de un sistema de revisión por pares que, pese a
no ser infalible (en mi opinión muy pocas cosas lo son en un mundo tan dinámico
y quizás sea esto lo que debamos entender), es un sistema de revisión exigente.
Aun así, como bien expone el paper de López Cózar, E. D., & Martín Martín,
A., es necesario cuestionar este proceso de publicación y tener en cuenta que
el nombre de la revista no otorga mayor veracidad a una información sino el
estudio realizado por los investigadores.
Sin embargo, en
mi opinión, la solución no pasa solo por modificar o mejorar este proceso de
revisión y publicación, sino también por analizar y optimizar el funcionamiento
de los canales de difusión científica y, sobre todo, educar a una ciudadanía un
poco falta de cultura científica. Un ejemplo claro de intervención de los
canales de difusión puede ser la herramienta que ha desarrollado la antigua
twitter ahora X que, para poner en entredicho el contenido de una publicación, posibilita
añadir un anexo visible que cuestiona la información de forma justificada. Quizás,
esta misma herramienta se podría utilizar en revistas científicas de forma que
una información siempre pueda ser revisada y cuestionada por un público experto
después de haber pasado por el tribunal de revisión de una revista. Pero si, además,
somos capaces de dotar de mayor conocimiento de cultura científica a un publico
mayormente inexperto, fomentaremos su espíritu crítico y la proliferación de estudios
inexactos disminuiría considerablemente. Para ello, la comunicación científica
y la difusión de cultura científica se han convertido en piezas clave.
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